viernes, 29 de agosto de 2014

El sombrero mágico

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  -¿Abuelo?- preguntó Matías- ¿en serio tenés un sombreo mágico?
  -Sí- respondió Atilio, es mágico porque guarda historias  y recuerdos de tranvías.
  -¿Los tiene escondidos?
  -Están escondidos en mi corazón, él los revive cada vez que lo acaricio.

  -Contáme abuelo, Contáme por favor.
  -Todos los días, a la misma hora, mi sombrero y yo tomábamos el tranvía. Pedro Goyena y José María Moreno, esa era la esquina.
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Pasaba Antonio, el lechero, iba haciendo su reparto, Belinda la yegua, tiraba el carro prolijito, bien pintado y fileteado .Alimentada, cuidada, con adornos en su cabeza, el animal era el orgullo de aquél famoso lechero .Épocas de respeto y buen trato, de reuniones familiares. Los domingos infaltables las pastas siempre caseras, las  mujeres elegantes, con ondas arreglaban su pelo, y los hombres distinguidos caballeros de sombrero. 
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  Las familias impecables no faltaban al almuerzo .Las abuelas se ponían delantales, con bordados hechos a mano. Los abuelos con sus pipas, esperaban al hielero.
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  Las niñas con vestiditos de organiza, zapatitos con tiritas, y moños en su cabeza, jugaban a la ronda y también a la rayuela.
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  Los varones pantaloncitos con tiradores, bien cargados los bolsillos de bolitas, ensuciaban sus rodillas tirándose por el suelo.
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  Los mayores entretenidos en concursos de balero.
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  -¡Abuelo!- insistió Matías- ¿que pasó con el tranvía?
  -Me entusiasmé con el recuerdo,- dijo sonriendo Atilio. Se esperaba en el refugio, lento, majestuoso, el tranvía aparecía. Se subía por atrás, las damas siempre primero, el motorman lo manejaba con esmero, el guarda te vendía el boleto.
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   Los asientos impecables de lustrada madera, no había ningún distraído para ceder el asiento. Cuando alguien iba a bajar se tiraba de una cuerda, el clin-clin- te despertaba, porque viajar en tranvía, Matías, eso era un sueño, sin humo, ni bocinazos, sin carreras, siempre lento.
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  El vigilante desde su garita, tocaba pito para dirigir el tránsito. Todo era correcto.
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 -¿Y por qué no vuelve el tranvía?

 -Porque cambiaron las épocas, vos viajás en auto último modelo, tus juegos son electrónicos, computadoras, videos, celulares todo el día. ¡No está mal!, es el avance, pero también trajo el ruido, el apuro, el desencuentro, ¿adonde va la humanidad?, sin códigos y sin respeto.
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  Pero no importa Matías, vos nunca pierdas tus sueños, ¡te regalo mi sombreo!,  contale un día a tus hijos, y también a tus nietos, decile que tiene guardado un tranvía adentro. Para eso estamos los abuelos, para jugar con los nietos, contarles lindas historias .Esta ventaja tenemos los viejos “a esta edad nos sobra el tiempo”.
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  Las cosas no desaparecen Matías, sólo duermen, esperan que las despiertes con la emoción del recuerdo…Vení, ponete el sombrero, cerrá los ojos, juguemos, que yo te contaré un cuento con historias de tranvías.
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                                                                          María Marta Spindler
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Del libro “Lago Del Bosque”
Cuento premiado por el Club de Leones Buenos Aires Liniers,
en el concurso “Entre trenes y tranvías”.
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